Nadie sabe a ciencia cierta cuántos homicidos motivados por la raza o nacionalidad del fallecido, los llamados crímenes de odio, han ocurrido en España desde 1990. Un total de 88, sin embargo, han sido documentados por el proyecto Crímenes de Odio: Memoria de 25 años de olvido que ayer fue presentado en Barcelona por dos de las cabezas visibles de la iniciativa, los periodistas David Bou y Miquel Ramos.
Los casos han sido recabados a partir del informe anual Raxen que realiza el Movimiento contra la intolerancia y se complementó con una búsqueda en las hemerotecas. No se recurrió a fuentes judiciales. “Queremos evidenciar la falta de registros fiables sobre las víctimas y los casos”, explicó Bou.
El resultado final es un mapa donde cada muerto está geolocalizado. Se trata de una lista de 86 casos con víctimas mortales —dos han sido dobles— en los que se comprueba que la mayoría han sido por xenofobia y racismo (37 casos), seguidos por la aporofobia, como se denomina el miedo a las personas que viven en la calle. Según Bou, esta última es “la más invisible” de las categorías.
Hay algunos casos conocidos, como el de Carlos Palomino, que fue asesinado en noviembre de 2007 por el militar neonazi Josué Estébanez en el metro de Madrid. O el de la transexual Sonia, que murió tras las brutales patadas que le propinó un grupo de neonazis en el parque de la Ciutadella, en Barcelona, en 1991. También hay algunos que, según Bou, no estaban dentro de Raxen y que han identificado tras su rastreo en los periódicos. Tal es el caso del asesinato del ciudadano chino Jianyi Zhou, que recibió una puñalada mortal mientras hablaba por teléfono en una cabina del distrito madrileño de Usera, en 1997.
La abogada Laia Serra, que también participó en la presentación, criticó “la falta de herramientas y de jurisdicción que puedan abordar los delitos de odio de forma eficiente” aunque también cree que hay falta de “voluntad política” para abordar los casos.
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